Vivimos en un mundo de "disfraces", lo más puro se vuelve confuso y se nos hace cada vez más difícil distinguir lo real de lo trivial. A veces un enfado es preferible a una sonrisa disfrazada de mentiras, una palabra dura es más sincera que una caricia ficticia que se disuelve en la rutina de la vida.
A veces no valoramos la honestidad y la sinceridad de las personas que aún conservan la verdad que está tan ausente en nuestros días, nos dejamos llevar por lo que dicen los demás y se nos hace más fácil creer en la gente con "disfraz". Tal vez, algún día, cuando dejes atrás a estas personas te des cuenta, en la soledad de tu habitación, en los días que fingiste tus sentimientos, en las decisiones que dejaste atrás por el que dirán, en el día en que encontraste el amor y lo dejaste pasar, esos días donde encontraste la verdadera lealtad y no la supiste valorar porque era más sencillo vivir sin pensar que arriesgarte de verdad, que entregarte hasta el final y es que, al fin y al cabo, hemos llorado por tanta gente que no nos hemos dado cuenta que siempre nos hemos tenido a nosotros mismos.
Con esto quiero decir que seas TU mismo, imponte ante la vida, sin fingir, marcando tus ideas y sin rendirte.
No quieras ser igual a lo que a esta sociedad le parece normal, no te engañes, cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles y no deberíamos de limitarnos.
Busca la felicidad en los pequeños momentos que te da la vida.
No importa donde estás ni lo que estés haciendo en este momento, levántate cada mañana, abre los ojos y haz de cada lágrima, de cada golpe un sentido diferente, una forma de vivir siendo leal a lo que sientes.
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