Never grow up. |
Nací, crecí y felizmente llegó lo que yo consideraba el gran día. Empezaba mi primer día de colegio en "Juan Ramón Jiménez"
Nadie sabía como me iba a tomar este primer día, ya que no consentí nunca que me dejaran más de cinco minutos en la guardería, ni con nadie que no fuera mi madre, mi padre o mi tía. Por lo que todos estaban expectantes y nerviosos. Cargaron sus cámaras y comenzó el camino hacia mi futuro, comenzaría a crecer como persona.
Eran las 9 de las mañana, ya era hora de dejarme en parvularios. Al ritmo de "somos blancos, somos verdes, somos negros y amarillos, todos somos diferentes y estamos muy unidos" descubrí que mi clase era la amarilla, la más bonita, la que más luz tenía y que mi profesora se llama Mari Carmen y que sin saberlo, se convertiría en un pilar importante que aún conservo.
No lloré porque ya era grande (ja-ja). Al contrario que muchos niños, que podrían haber llenado un cubo entero de lágrimas.
Hice amigos rápido.
Se podría decir que gracias a mis padres y a mi tía se perfectamente como sucedieron los acontecimientos más importantes de esta etapa ya que siempre, pero siempre, lo grababan todo, absolutamente todo.
Por tanto, en está primera entrada, me daré el lujo de contar una anécdota que en su momento me dolió pero que ahora me causa risa.
Y todo comenzó así.
Era carnaval y como siempre todas las clases nos disfrazábamos de una cosa diferente. A mi me tocó disfrazarme de maga amarilla (parecía que tenía alguna enfermedad con la cara amarilla que me pintaron)
Yo estaba jugando tranquilamente con mi amigo cuando me hizo un puchero de piedras para comer, yo le dije muy enfadada que no me lo iba a comer. Y pasó lo que nadie se podía imaginar, mientras mi madre grababa orgullosa, mi amigo me cogió de la cabeza y me la estampó contra las piedras.
¿El resultado? tres puntos en el labio y mi primer enemigo de la infancia.
Pero esto no acabo aquí...
Es gracioso pensar que alguna vez quisimos crecer. |
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